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lunes, 28 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
Bar "El Chino": Una experiencia única

En Buenos Aires, una enorme ciudad compenetrada con los nuevos tiempos, existe un barrio que se conserva como en los viejos tiempos. Sin maquillaje. Auténtico como ninguno. Es Pompeya, uno de los lugares en donde nació el tango.
Existe un Bar. Un lugar único: Bar El Chino. Un grupo de artistas veteranos que mantienen viejos lazos de amistad entre sí, transmiten una forma particular de sentir la vida, en donde la solidaridad y la lealtad están presentes en el clima mágico del Boliche del Chino. Ellos vuelcan en el tango y en la canciones este espíritu, este duende. Es entonces que el público siente que algo distinto los ha tocado. Esa magia ha convivido con ellas por esas horas, entonces algo nuevo aconteció. El documental refleja la experiencia de aquellos que visitan este boliche que permanece intacto desde 1950, y que comparten una noche de felicidad entre artistas veteranos que reflejan el espíritu real, sin trucos comerciales ni políticas de marketing. Los protagonistas son personajes que conservan las costumbres, estilo de vida y modos artísticos desde mitad del siglo pasado. Artistas de extensa trayectoria, de gran calidad y desconocidos por el gran público. Cada fin de semana se llena de un público entusiasta de mediana edad. Sorprende la cantidad de jóvenes que asisten y se enfervorizan, porque entienden el espíritu de "verdad" que funciona en este lugar. Personajes insólitos, habitués de un mundo distinto, turistas extranjeros que quieren ver un lugar sin disfraces, y aquellos que desean conservar las costumbres que más tienen que ver con las raíces, hacen del Bar El Chino el lugar de encuentro que nos hace sentir que la poesía nos gobernó por una noche.
Dirección del Bar El Chino: Beazley 3566
Capital Federal / Argentina
Tel.: (54-11) 49110215
Jorge Eduardo Garcés (El Chino)

Visto en Bar El Chino
Fuente: Angélica (gracias !!!)
miércoles, 16 de mayo de 2012
Encerrar el gato (para luchar contra el Alzheimer)
Ejercicio adictivo. Está preparado por la
Catedra de NEUROPROSPECTIVA de la TERCERA EDAD de la Clínica Mayo de EEUU.
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martes, 8 de mayo de 2012
No se me importa un pito que las mujeres... (poema)
No se me importa un pito que
las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.
OLIVERIO GIRONDO
Gracias Daniel !
sábado, 5 de mayo de 2012
Unicornio de Porcelana (cortometraje)
El cineasta Sir Ridley Scott lanzó una convocatoria para hacer un concurso para aspirantes a directores. Su titulado Tell It Your Way. Hubo más de 600 entradas.
La película no podría ser superior a tres minutos, contener sólo seis líneas de narrativa y ser una historia convincente. El ganador fue "Unicornio de Porcelana" del director estadounidense Keegan Wilcox.
Su historia es la vida de dos personas que son totalmente contrarias, sin embargo, muy afines - dicho todo en menos de tres minutos.
Este es el film ganador:
Edith, gracias por la información
La película no podría ser superior a tres minutos, contener sólo seis líneas de narrativa y ser una historia convincente. El ganador fue "Unicornio de Porcelana" del director estadounidense Keegan Wilcox.
Su historia es la vida de dos personas que son totalmente contrarias, sin embargo, muy afines - dicho todo en menos de tres minutos.
Este es el film ganador:
Edith, gracias por la información
viernes, 4 de mayo de 2012
¿Por qué lloramos al cortar una cebolla?
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