viernes, 29 de abril de 2011

Pasaje de la Piedad - Buenos Aires

Uno de los más antiguos de Buenos Aires y el único en forma de U, el pasaje de la Piedad alberga 144 unidades habitacionales y muestra una escala monumental. La Piedad se construyó en la década final del siglo último; es peatonal, vehicular y hasta que concluyan el portón de hierro, de acceso libre.
Fue construido por Arturo Gramajo, y por deseo de su esposa María Adela Saraza de Atucha, entre los años 1888-1900, en tierras heredadas por ella y que habían sido adquiridas por su padre, Jorge Atucha, en fracciones durante los años 1853, 1854 y 1857.

Desde Bartolomé Mitre el pasaje penetra en la manzana y rápidamente la calle interior se pierde en la primera curva generando la expectativa del transeúnte que no puede vislumbrar qué hay más allá. Acaso gobernada por su Sherlock Holmes interior, la gente ingresa en el pasaje en el que, misteriosamente, los ruidos se aplacan.

"La mejor fachada, la más rica volumétricamente se puede ver sólo desde adentro. Una loggia y el trabado del revoque delinean el estilo italianizante de este segmento del pasaje", explica María Marta Lupano, que realizó una investigación especial sobre el pasaje de la Piedad.

Las farolas con su respectivos brazos forjados contribuyen a imprimirle al sitio un aire enrarecido, una pincelada ocre de tiempos lejanos.

"Al pasar la segunda curva se observa una insinuación de la corriente francesa en las claves antropomorfas de la ornamentación, las ménsulas muy trabajadas y las mansardas; este quiebre con estilo italianizante hace pensar en un largo proceso de construcción", destaca Lupano.


Una antigua placa sobre la esquina señala que por ahí salían los carruajes y, en el horizonte del pasaje, la iglesia de la Piedad tiene la palabra.

Porque está implícito en el nombre, un pasaje es un paso, hace referencia al tránsito, pero sin embargo, ¿quién va a entrar en una cortada si no tiene algo que hacer allí?

Acaso por esa razón un pasaje sea un espacio íntimo, recóndito y familiar; un recoveco en el corazón de la ciudad en donde la tranquilidad todavía es posible.


Las tres casas ubicadas al fondo, con sus porches, elegantes puertas de madera y columnas, redondean el encanto único de este lugar construido en 1890 y cuyos departamentos fueron los que inauguraron la modalidad de alquilar viviendas en Buenos Aires.

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