Iba un viejito, muy viejito por el bosque, cuando escuchó a sus pies una débil voz.
Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita, quien le dice:
- Soy una princesa hermosa, erótica y sensual, diestra en todos los placeres de la carne y el amor..
La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana, pero si me das un beso, volveré a ser quien era y te daré todos los goces y deleites que mi voluptuoso temperamento y mi ardiente concupiscencia pueden producir.
El viejito levanta la rana y se la echa en el bolsillo.
Asoma la cabeza la ranita y le pregunta muy desconcertada:
- ¡¿Qué?!. ¡¿No me vas a besar?!
- ¡No m`hija! -respondió el viejecito-. A mi edad es más divertido tener una rana que habla, que una maniática sexual...
Un saludo Toni!! Ya me he puesto al día en la lectura de tu blog.
ResponderEliminarMaría
María !!! que alegría.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.