lunes, 4 de julio de 2011

Juana de Arco


«Yo tenía trece años cuando escuché una voz de Dios», declaró Juana en Ruán el jueves 22 de febrero de 1431. Eso fue sobre el mediodía en el jardín de su padre. Añadió que la primera vez que la escuchó notó una gran sensación de miedo. A la pregunta de sus jueces, añadió que esta voz venía del lado de la iglesia y que normalmente era acompañada de una gran claridad, que venía del mismo lado que la voz.

La Iglesia Católica y la inmensidad de fieles, reconoció como verdaderas estas apariciones.

Cuando le preguntaron cómo creía que era aquella voz, ella respondió que le pareció un voz muy noble de tal manera que creyó que era enviada de parte de Dios («y yo creo que esta voz me ha sido enviada de parte de Dios»). Así pues, cuando la escuchó por tercera vez le pareció reconocer a un ángel. Y aunque a veces no la entendía demasiado bien, primero le aconsejó que frecuentara las iglesias y después que tenía que ir a Francia y en este sentido la empezó a presionar. Además esta voz la escuchaba unas dos o tres veces por semana. No mucho después, reveló otro de los mensajes clave que le envió, que sería el que ella levantaría el asedio en que estaba sometida Orleans: «Ella me decía que yo levantaría el asedio de Orleans».


El 27 de febrero, Juana identificó estas voces: se trataba de la voz de Santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita de Antioquía, las santas más veneradas del momento, si nos atenemos a la iconografía anterior a Juana.5 Catalina, es definida a veces como una figura apócrifa a caballo de los siglos III y IV que murió a una edad similar a la de Juana; también erudita (patrona de muchas especialidades intelectuales) y habiendo persuadido al emperador Maximiano de que dejase de perseguir cristianos. Después sería condenada a morir en la rueda (un sistema de tortura que fractura los huesos), aunque se dice que ella al tocar la rueda la rompió y finalmente acabó decapitada. Por otro lado, la leyenda de Margarita dice que fue una doncella despreciada por su fe católica a la que ofrecieron matrimonio a cambio de la renuncia a esta fe. Ante su negación, fue torturada de manera que se escapó milagrosamente diversas veces, hasta su muerte definitiva. Así pues, además de morir virgen fue mártir.

Juana, afirmó que las había reconocido gracias a que ellas mismas se habían identificado, algo que ya había declarado en Poitiers cuando la interrogó la corte del Delfín sobre las visiones. Se negó a dar más explicaciones, emplazando a los jueces a ir a Poitiers si querían conocer más detalles. Sobre el año en que sucedió, primero había dicho que fue cuando tenía trece años y luego detalló que hacía siete años que estas voces le aconsejaban y la protegían; por lo tanto, restando siete años al día del interrogatorio, se encuentra que en 1424 se le habrían aparecido por primera vez las visiones.

Juana, explicaría entonces, antes de mencionar el nombre de las santas, la misión que la voz le encargó. Pero después de mencionar a éstas, los jueces le preguntaron de quién era entonces la primera de las voces que había escuchado, aquella que le había causado tanto miedo siete años atrás. Ella, que todo lo que iba respondiendo, lo hacía con muchas reservas y a cuentagotas resistiéndose varias veces, respondió que fue San Miguel (San Miguel, protector del reino de Francia), al que vio con sus propios ojos y no solo, sino acompañado de ángeles del cielo. Así, por orden de Dios partió a liberar Francia.


Juana de Arco recibiendo el mensaje del arcángel Miguel por Eugene Thirion (1876)

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