lunes, 18 de julio de 2011

Forlandia o la utopía de Ford

Fordlandia (o Ford Land) fue, a principio de los años '30, una población establecida a orilla del río Tapajós, afluente del Amazonas, cuyos centros urbanos más próximos eran Santarem y Belem.


Fue ideada por Henry Ford para establecer más de 20.000 hectáreas de cultivos de planta de caucho, cuya producción satisfacería la demanda de caucho de la Ford, y rompería el monopolio británico y holandés, originado por las plantaciones en el sudeste asiático, Malasia principalmente.
Por diferentes factores, principalmente por que no sabian como cultivar el caucho, estas plantaciones no prosperarían, y darían como resultado que para cuando se produjo el abandono de la ciudad, en los años cuarenta, Ford había acumulado pérdidas por valor de veinte millones de dólares (doscientos millones al cambio de hoy) mientras el caucho sintético convertía al natural en obsoleto.


Hoy, Fordlandia es una ciudad abandonada que descansa perdida en el corazón del Amazonas, frecuentada tan sólo por unos pocos granjeros y algún turista ocasional


En la década de 1920, tratando de romper el dominio europeo de la indusria del caucho, Henry Ford imaginó y creo desde cero un nuevo mundo corporativo en Sudamérica: Forlandia, a la que pronto siguió Belterra. Ford Motor Company construyó, entre el bosque amazónico, modernas fábricas inspiradas en los principios del fordismo e intentos de suburbios hechos a imagen y semejanza de su sociedad ideal, una forma de fordismo social genuionamente estadounidense. El ordenado y jerarquico fordismo trató de abrirse camino en un nuevo mundo.


Aunque las razones de estrategia empresarial se presentan como la razón de la aventura de Ford, muy probablemnete las ganas de construir un nuevo mundo le llevo a diseñar un “perfecto suburbio” norteamericano en plena selva amazónica
Pero empezaron los problemas: calor y humedad insoportables (al menos para el estadounidense medio), malaria, sequías, y, sobre todo enormes dificultades para domesticar un territorio “salvaje” que se resistía a ofrecer rutas de transporte y espacios amigables para la construcción. Las “innovaciones urbanas” importadas por la Ford fueron en ocasiones mal aceptadas por los brasileños, los seringueiros dedicados a recoger el caucho. En los años 90 aún era posible descubrir algunas de esas innovaciones, aceras y ventanas, que seguían siendo extrañas (y posiblemente poco útiles) al paisaje amazónico:
A pesar de todo, el salario hacía atractivo el trabajo para la Ford, a pesar de forzar a un comportamiento de oficinista en plena selva

Pero, parece que todo tiene un límite: “I’m a worker, not a waiter!”  fue el grito que inició una de las revueltas de los seringueiros. Ante las dificultades con los trabajadores locales se “importaron” seringueiros de Barbados, lo que provocó nuevos enfrentamientos con los brasileños. Los intentos de “revolución cultural fordista” no fueron demasiado exitosos, pero aún se pueden encontrar reminiscencias de esta época en las canciones “típicas” de la zona

Fruto de esta historia, Fordlandia no fue nunca un buen negocio; entre tanto estalló la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en una zona estratégica para los intereses nazis y aliados en Sudamérica, lo que ahondó sus problemas. Ford Company acabó abandonando su proyecto dejando en plena selva, y alejada de cualqueir lugar habitado, numerosas instalaciones industriales, viviendas e infraestructuras construidas para dar servicios a una población ya inexistente.



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